viernes, 21 de febrero de 2014

¿Que pasaría si...?

Aquella mañana me desperté en el suelo tumbado en una camita a los pies del sofá. No sé cómo había llegado allí. Salí a la calle y noté algo extraño, como si todo el mundo me mirara con ternura y algunos e incluso se acercaran a acariciarme, pero por lo contrario también algunos se asustaban de mi. Esa situación era rara, pero tampoco me desagradaba.
Como todas las mañana fui al bar de la esquina para desayunar. Cuando entré tuve la sensación de que nadie me entendía, pero yo tampoco los entendía a ellos. Esa mañana veía el mundo desde otra perspectiva, sin problemas ni preocupaciones.
Volví a casa después de un largo rato paseando, pensando qué podría ser lo que me sucedía esa mañana o lo que le le pasaba al resto de la gente. Mientras subía en el ascensor me miré al espejo. En él se reflejaba la silueta de un animal pequeño y peludo. Un perro. 

Mi historia.

Mi primer viaje fue destino a París, con sólo seis años. Al principio, mi madre y yo íbamos a ir con con otra pareja y su hija, pero cambiaron de idea pocos días antes del viaje. Me sentí un poco desilusionada, pero a la vez tenía muchísimas ganas de llegar allí y saber como era todo. Era la primera vez que me montaba en un avión, por lo tanto estaba bastante nerviosa.
Al llegar allí me quedé impresionada por lo colorido que era todo, la inmensidad de aquel lugar. Era tal y como me lo había imaginado.
Los días siguientes estuve danzando de acá para allá, explorándolo todo. Nunca me hubiera imaginado que eso fuera así.
Era el último día y parecía que habían pasado horas. Cuando volví a casa, me pasé unos días imaginando historias de cómo sería vivir allí.