Mi primer viaje fue destino a París, con sólo seis años. Al principio, mi madre y yo íbamos a ir con con otra pareja y su hija, pero cambiaron de idea pocos días antes del viaje. Me sentí un poco desilusionada, pero a la vez tenía muchísimas ganas de llegar allí y saber como era todo. Era la primera vez que me montaba en un avión, por lo tanto estaba bastante nerviosa.
Al llegar allí me quedé impresionada por lo colorido que era todo, la inmensidad de aquel lugar. Era tal y como me lo había imaginado.
Los días siguientes estuve danzando de acá para allá, explorándolo todo. Nunca me hubiera imaginado que eso fuera así.
Era el último día y parecía que habían pasado horas. Cuando volví a casa, me pasé unos días imaginando historias de cómo sería vivir allí.
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