En los tiempos de la antigua Grecia, Agamenón , dios del cielo, se enamoró perdidamente de Elisabeth, una preciosa mortal.
Por las noches, Agamenón observaba a Elisabeht desde la luna, contemplando su belleza y sus hermosos ojos.Pero el dios de los cielos no conseguía ver a su amada todos los días. Por mas que buscaba no podía ver el acantilado en el cual ella miraba la luna todas las noches.
Entonces, Agamenón le preguntó a un sabio y este le respondió que eso se debía a que la luna y la tierra giraban al mismo tiempo.
Al día siguiente, después de haber pasado toda la noche pensando, se lo ocurrió una solución: rompería algunas partes de la luna y esparciría los trozos por todo el cielo para así poder vigilarla, sin importar dónde se encontrara.
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